EL SANTO CRISTO DE LA UNIVERSIDAD

Se apagaron los ecos de la bendición, aunque las tertulias de los cofrades siguen girando en torno a uno de los temas grandes de esta Cuaresma. El Santo Cristo de la Universidad, la obra que lleva la Sábana Santa a la madera, ya como imagen bendecida y de culto, preside momentáneamente el presbiterio de la iglesia de San Pedro Alcántara y se cuentan por miles los cordobeses, cofrades o no, que se han acercado hasta el templo para conocer a una de las tallas más impactantes de las últimas décadas.
 

ABC ha querido reunir varias opiniones de personas próximas al mundo del arte, de la imaginería y también de la ciencia médica para que hablen sobre la imagen del Cristo de la Universidad y den su visión sobre el impacto de la obra de Juan Manuel Miñarro, que tan honda impresión, para bien o para mal, ha causado en los cofrades y en los ciudadanos en general. «El fin de la hermandad no ha sido otro que el de buscar la relación entre la razón y la fe», tal y como marcan sus reglas, asegura la corporación universitaria.
 

Entre los que han mirado la nueva obra con más interés están los imagineros. Miguel Ángel González Jurado, autor de Nuestra Señora de la Presentación, titular mariana de la hermandad universitaria, recibe con aplausos al Cristo de la Universidad y al concepto con el que se ha realizado: «Me parece perfecto que alguien tenga una idea y la desarrolle». Para juzgar positivamente el trabajo de Juan Manuel Miñarro, Miguel Ángel González reflexiona sobre la creación.
 

«El arte es tan abierto que admite este tipo de obras si el artista lo ve así y el encargante lo pide, que es lo que ha sucedido con el Cristo», afirma, para después elogiar el «esquema» que Juan Manuel Miñarro y la Hermandad Universitaria han querido para la talla. A su juicio, está bien que se busque otra forma de afrontar la realización de imágenes.
 

Tampoco oculta sus elogios alguien que mezcla la visión de un cofrade y la de un historiador del arte. Se trata de Enrique León, miembro de la junta de gobierno del Santo Sepulcro y licenciado en Historia del Arte. Para él, el Cristo de la Universidad «es una gran aportación a la imaginería contemporánea».
 

La proyección del cuerpo
 

De su observación de la imagen le llaman la atención dos cosas: las heridas y contusiones que muestra como señales de la reciente Pasión, pero también los «aspectos estéticos» que el rostro de la imagen ha conservado por encima de la dureza de las contusiones y heridas.
 

Elogia Enrique León el criterio científico que Juan Manuel Miñarro ha aplicado para realizar esta imagen, pero insiste en que también «favorece la devoción» y tiene la necesaria unción sacra para favorecer el rezo y la meditación espiritual. También llamó la atención sobre «el descuelgue» de la imagen, la singular postura que el Cristo de la Universidad tiene con la espalda pegada a la cruz y el cuerpo proyectado hacia adelante desde la cintura.
 

La imaginería actual está inmersa en unos postulados fijados en el barroco y apenas actualizados con el paso de los siglos, y que pasan por que en las imágenes la belleza no se sacrifique al dolor ni al sufrimiento.

Es al menos lo que piensa uno de los escultores cordobeses más reconocidos, tanto en la ciudad como en el exterior, Antonio Bernal. Juzga que la talla de Juan Manuel Miñarro para la Hermandad Universitaria de Córdoba es «magnífica», pero, aunque recuerda que es algo personal, también concede que prefiere que las imágenes «no tengan tanta sangre».
 

Recuerda que en Andalucía las esculturas sagradas buscan «por encima de todo la belleza, son imágenes que sufren, pero también cantan», aunque insiste en la calidad de la obra de Miñarro.
 

El forense José Sáez, director del Instituto de Medicina Legal de Córdoba, cofrade de Jesús Caído y estudioso de la Sábana Santa, aseguró que, «desde el punto de vista médico, viene a restablecer lo que refleja la Síndone», es decir, «una flagelación muy intensa» y algunos detalles como «los clavos en las muñecas» en lugar de en las palmas de las manos, como es habitual.
 

Todo aunque es consciente de que «la iconografía tradicional muestra menos heridas».